Un planeta fue tragado por su estrella y desafía lo que sabíamos sobre el destino de los sistemas planetarios

Un evento astronómico sin precedentes fue captado por el Telescopio Espacial James Webb: una estrella de la Vía Láctea engulló a uno de sus planetas, revelando un destino posible para sistemas como el nuestro. Contrario a lo que se pensaba, la estrella no se expandió primero como una gigante roja, sino que el planeta fue atraído lentamente hasta su destrucción final.
El estudio, publicado en The Astrophysical Journal, indica que la órbita del planeta se fue reduciendo durante millones de años hasta que finalmente comenzó a rozar la atmósfera de la estrella. Este contacto desencadenó un proceso irreversible: el planeta comenzó a desmoronarse, liberando gas y provocando la formación de polvo frío en torno a la estrella.
“Debido a que se trata de un evento tan novedoso, no sabíamos muy bien qué esperar”, explicó Ryan Lau, autor principal del estudio y astrónomo del NOIRLab en Arizona. El brillo infrarrojo detectado por el Webb un año antes del destello óptico confirmó la presencia de ese polvo, indicio clave del proceso de destrucción.
La estrella, ubicada a 12.000 años luz de la Tierra, se creía similar al Sol y en proceso de envejecimiento. Sin embargo, este evento sugiere que la muerte de un planeta no requiere necesariamente que la estrella se transforme primero en una gigante roja. Simplemente, la órbita puede deteriorarse hasta provocar la caída.
“Este es realmente el punto de partida para estudiar estos eventos. Es el único que hemos observado en tiempo real”, agregaron los investigadores. El fenómeno también genera interrogantes inquietantes sobre el futuro de la Tierra, cuando el Sol agote su hidrógeno y cambie su estructura.