Pese a las internas, el Gobierno acordó mantener una postura ecuánime ante la situación judicial de Cristina Kirchner



La mesa chica libertaria busca proyectar unidad y control, mientras crecen las tensiones entre Santiago Caputo y el ala Menemista. El futuro gabinete y las listas para septiembre concentran las disputas de poder.



Mientras la detención y proscripción de Cristina Fernández de Kirchner sacuden el mapa político argentino, el gobierno de Javier Milei intenta proyectar una imagen de equilibrio. Pese a las profundas internas que atraviesan al oficialismo, la orden que bajó desde lo más alto fue clara: mostrarse ecuánimes y dejar de lado las diferencias ante el avance judicial contra la ex presidenta.

La estrategia se definió en la tradicional reunión semanal que encabeza Karina Milei junto a la mesa chica libertaria. Allí estuvieron presentes el jefe de Gabinete Guillermo Francos, el asesor presidencial Santiago Caputo y Eduardo “Lule” Menem, operador clave del tándem que comparte con su primo, el presidente de la Cámara de Diputados, Martín Menem. Durante más de dos horas, los principales referentes del oficialismo discutieron el futuro electoral inmediato y delinearon la reacción oficial ante el nuevo escenario.

La decisión fue evitar declaraciones altisonantes sobre el caso CFK y mantener el foco en la gestión y el armado electoral. Sin embargo, la interna libertaria dista mucho de estar saldada. Las tensiones entre Caputo y el sector Menem se intensificaron en las últimas semanas, alimentadas por disputas ideológicas, estrategias comunicacionales y la puja por los espacios de poder de cara a las elecciones del 7 de septiembre.

Uno de los últimos episodios que encendió la mecha fue un cruce virtual entre el joven libertario Sharif Menem y Lucas “Sagaz” Luna, uno de los influencers afines a Caputo. El conflicto giró en torno a expresiones antimusulmanas publicadas por cuentas asociadas al caputismo. La respuesta del sobrino de Martín Menem fue tajante, y su intervención motivó incluso una defensa pública del titular de Diputados, quien llamó a no confundir terrorismo con religión.

La controversia escaló cuando una de las cuentas afines al entorno de Caputo contraatacó con una fuerte acusación: “El que te proponga diferenciar religión de terrorismo, ese es el traidor”. Detrás de este intercambio subyace una disputa mayor: el control del aparato territorial y la definición de candidaturas, en especial en la provincia de Buenos Aires, donde Cristina Kirchner planeaba competir antes de su condena.

En ese contexto, las versiones sobre una posible salida de Francos tras las elecciones crecen con fuerza. En los pasillos de Balcarce 50 se menciona a “Lule” Menem como posible reemplazo en la jefatura de Gabinete, lo que reforzaría el poder del sector Karina-Menem y pondría en jaque la influencia de Caputo. Frente a este escenario, el propio Francos y el asesor presidencial habrían sellado un pacto de no agresión para sostener sus posiciones mientras se define la nueva arquitectura del gobierno.

Pese a las diferencias que se ventilan incluso en redes sociales, el oficialismo cerró filas para evitar que el peronismo capitalice la situación judicial de su líder. La movilización masiva en Plaza de Mayo dejó en evidencia que el clima social está lejos de la apatía, y en ese marco, desde la cúpula libertaria saben que cualquier error de cálculo podría costar caro.

Con la atención puesta en el cierre de listas, las próximas semanas serán decisivas. La tensión interna se mantendrá latente, pero por ahora, el mensaje oficial será de normalidad, equilibrio y —sobre todo— silencio ante el tema Cristina.