El caso de Monic Karungi revela la explotación extrema en fiestas sexuales de Dubái



Monic Karungi, originaria del oeste de Uganda, fue una de las mujeres que perdió la vida tras ser engañada para trabajar en Dubái bajo la red liderada por Charles Mwesigwa.



Al llegar, se encontró compartiendo vivienda con decenas de mujeres que, como ella, esperaban empleos normales en supermercados u hoteles, según relató una compañera llamada Keira.

Su hermana Rita explicó que Monic creía que viajaría para trabajar legalmente, pero pronto se vio atrapada en un esquema de deuda creciente: inicialmente debía 2.000 libras (US$2.711), y en dos semanas esta cifra se duplicó debido a gastos de vuelo, visa, alojamiento y comida. Tras varias semanas, su deuda superaba los US$27.000, según familiares.

Otra testigo, identificada como Mia, detalló que Monic era obligada a participar en actos sexuales con clientes europeos, muchos con fetiches extremos. Lexi, otra víctima que escapó de la red, confirmó que algunos clientes exigían prácticas degradantes, incluyendo violencia sexual y humillaciones, con un componente racial marcado: los agresores buscaban específicamente a mujeres negras para cumplir sus fetiches.

Ambas denunciantes intentaron acudir a la policía de Dubái, pero aseguraron que las autoridades minimizaron sus denuncias y no actuaron. Lexi logró regresar a Uganda y ahora colabora en rescatar y apoyar a mujeres víctimas de redes similares.

El caso de Monic Karungi evidencia la magnitud de la explotación y la impunidad que persiste en estas redes de prostitución de alto nivel en Dubái, así como la vulnerabilidad de mujeres jóvenes engañadas con falsas promesas de empleo.