Un militar vuelve a ocupar el Ministerio de Defensa y se rompe una tradición democrática iniciada en 1983
La designación del teniente general Carlos Presti al frente del Ministerio de Defensa marca un quiebre histórico en la conducción civil de esa cartera, una práctica sostenida desde el regreso de la democracia.
El presidente Javier Milei nombró al teniente general Carlos Alberto Presti como ministro de Defensa y puso fin a una tradición política que se mantenía desde 1983, cuando Raúl Alfonsín estableció que la conducción civil era una condición indispensable para la normalización democrática. Desde entonces, todos los titulares de Defensa habían sido civiles, una decisión directamente vinculada con la traumática herencia de la última dictadura cívico-militar.
A través de un comunicado oficial, Milei destacó que por primera vez desde el retorno de la democracia un militar que alcanzó el más alto rango de su escalafón estará al frente de la cartera responsable de la defensa nacional. El mensaje remarcó además que el Gobierno busca “dar por finalizada la demonización de los oficiales, suboficiales y soldados”, y promover una nueva etapa en la que la conducción militar sea vista como una posibilidad legítima dentro del gabinete nacional.
La decisión generó impacto inmediato en el ámbito político, tanto por su peso simbólico como por el quiebre de una línea histórica de la democracia argentina. El reemplazo de Luis Petri por Presti llega en un momento de reacomodamientos dentro del gabinete y se suma a las salidas recientes de otros funcionarios.
La figura del militar al frente de Defensa vuelve a situar en el centro del debate la relación entre las Fuerzas Armadas y el poder civil, una discusión que atraviesa más de cuatro décadas de historia reciente y que ahora reabre un punto de inflexión en la política nacional.
Redacción Infolar y Digital Norte
